La vida tiene muchas vueltas, tiene numerosos momentos que quisiéramos que
fueran eternos, tiene pesadillas que parecen nunca acabar, tiene miles de seres
que vienen y van en nuestros días. Hoy yo no sé qué momento estoy viviendo,
estoy confundido y en mi cabeza dan vuelta, mil dudas.
La eternidad la soñé con vos, no tengas dudas; desde que pusiste un pie
en mi vida, te recibí con muchos miedos, pero con la esperanza de que
cambiarías mi rumbo, te acogí cerquita mío… te tuve, te disfruté, te soñé y te
besé… Te hiciste un lugar en mi corazón y nadie pudo quitártelo, armaste tu
nido y nunca más quise que te fueras. Cada segundo con vos era grandioso, tu
presencia me daba fuerzas y tu cariño, vida… eras algo así como el amor.
Las pesadillas las soñé con vos, no tengas dudas; desde que llegaste a
mi rutina, te concebí mi confianza, mi seguridad, mis deseos, mis miedos y
hasta lo que no tenía, me desligué de mí, para ser de vos y ahí, ahí te me
escapaste. No voy a hablar de tus actitudes, ni de esos momentos que me hacen
mal recordar, prefiero callarlos y llevármelos a un lugar sin luz, opaco, donde
nadie pueda verlos. Sería hipócrita si los obviara, toda relación soporta estos
momentos, pero la nuestra no pudo. No tuvimos las armas para ganar esta guerra
y menos, el valor para luchar por “lo nuestro”… ahí ahí te me escapaste… eras
algo, eras reitero, algo como el amor.
Te soñé yéndote, desde la mañana en que partiste de mi vida. Te imaginé
formando tus valijas repletas de eso que éramos y llevándotelo lejos de mí, te
sufrí viéndote lejos de mí. Me sentía desnudo, me sentía incompleto, sentía que
en esos petates te llevabas lo mejor de mí, lo más lindo. Me di cuenta por fin
de lo mucho que me complementabas, descubrí que el cielo no sería lo mismo sin
vos, que sin vos, yo no era nada. Te lloré, te maldije, te supliqué que
volvieras, pero nada funcionó… eras algo así, como el amor.
Te volví a soñar. Te volví a recrear en mis insomnios de madrugada. Pero
ya todo había cambiado. Eras otra, te noté tan diferente, y no me daba la piel
para mirarte a los ojos. Te me cruzaste por casualidad y ya ni recuerdo porqué,
preguntaste mi nombre: te contesté con el mismo miedo de la primera vez y me
quedé en tu mirada, con timidez como si no te conociera. Te descubrí
nuevamente, vislumbré a una nueva mujer, madura, consiente, pero por sobre
todas las cosas hermosa, que no tenía ni ya una pizca de la que era; incluso tu
voz me confundió un momento y no la reconocí al instante. Ni se lo que produje
en vos, porque atinaste a preguntar mi nombre y no causó ninguna sorpresa en
vos. Cometí el error de mencionar tu nombre, y allí sembré la duda en vos que
interrogaste como lo conocía. Imposible olvidar tu nombre, si vos eras, eras
algo así, como el amor.
Desperté. Estabas al lado mío. Te abracé, te miré a los ojos, y
pregunté: Alguien te dijo que sos el
amor de mis sueños?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario